La expansión vikinga

En el año 793 unos espantosos presagios aparecieron sobre el cielo de Northumberland –noreste de Inglaterra- sembrando el terror entre su población: «inmensos torbellinos y destellos de relámpagos, y flameantes dragones fueron vistos volando en el aire». A estas apocalípticas señales siguió una gran hambruna y poco después el anuncio se convirtió en  realidad. El 8 de junio unos «lobos voraces» procedentes del mar, devastaron y saquearon despiadadamente con pillajes y asesinatos el monasterio de la «Isla Santa» de Lindisfarne, famoso santuario por custodiar las reliquias de San Cutberto. La sociedad vikinga de la Era Oscura eclosionaba e impactaba de lleno en la Europa medieval con consecuencias sin precedentes. Comenzaba así la llamada era vikinga, uno de los momentos más dinámicos y emocionantes de la historia de los países nórdicos.

Surgidos en los confines del frío norte, los guerreros, exploradores y navegantes vikingos protagonizaron una formidable y violenta expansión en múltiples zonas de Europa, Asia y del norte del Atlántico desde finales del siglo VIII hasta mediados del siglo XIII. Ningún europeo anterior a los vikingos había visto nunca tanto del mundo como lo hicieron ellos. Durante sucesivas oleadas los hombres del Norte se extenderán desde Oriente a Occidente. Sus expediciones les llevaron hasta lugares tan remotos como Bagdad en el este, Jerusalén en el sur, las estepas rusas en el norte e incluso, en el oeste, hasta América. Noruegos, daneses y suecos seguirán derroteros diferentes en sus campañas, pero todos ellos tendrán en común la búsqueda de fama, botín y aventura.